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El compromiso de Oscar Chacón con El Salvador nos recuerda que nuestros países de origen son más que un motivo para celebrar esta temporada. Nuestros países de origen y familias son pilares del movimiento. Nuestra responsabilidad colectiva para avanzar el movimiento por los derechos de los inmigrantes comienza con nuestras raíces.
Oscar Chacón se reúne con nosotros para compartir su historia como Co-Fundador y Director Ejecutivo de Alianza Americas, una red transnacional de organizaciones luchando por los derechos de los inmigrantes.
Empecemos con su introducción, ¿me puede compartir un poco sobre usted y el trabajo que hace?
Mi nombre es Oscar Chacón. Soy originario de El Salvador. Nací y crecí en El Salvador, pero he vivido más de 40 años en Estados Unidos. Llegué muy joven a Estados Unidos y he dedicado casi toda mi vida, incluso desde antes de llegar a Estados Unidos, a temas relacionados a justicia económica, justicia social y justicia racial.
Actualmente vivo en el área de Chicago y me desempeño como Director Ejecutivo de Alianza Americas, la cual es una red nacional en Estados Unidos de organizaciones dirigidas por inmigrantes latinoamericanos con fuertes conexiones transnacionales en México, Honduras, Guatemala, El Salvador y muchos otros países alrededor del mundo con quienes compartimos la misma aspiración que es poder generar mejores condiciones de vida para nuestras comunidades, donde sea que estemos, pero también para nuestros países de origen. Creemos firmemente que si la vida de las personas fuera satisfactoria, digna, justa, segura, [entonces] muy poca gente buscaría mejor vida en el extranjero.
¿Cuáles son algunas de las características que admira en el movimiento inmigrante?
Quiero destacar que una vez más queda demostrado que las personas migrantes, las familias migrantes, somos tan importantes para un país como Estados Unidos y somos tan importantes para nuestras familias en nuestros países de origen.
La fortaleza de las familias latinoamericanas una vez más se convierte en nuestro más importante pilar, desde donde asegurar que no nos caemos, de donde asegurar que nos podemos fortalecer y que podemos salir renovados de energía a pesar de estar viviendo momentos indudablemente duros, difíciles, complicados, pero donde yo tengo plena confianza que vamos a salir fortalecidos.
¿Cómo se desarrolló la red de comunicación transnacional de Alianza Americas?
Tengo la suerte de haber podido construir lazos de amistad y de solidaridad con socios en Asia, en África, en Europa, con quienes hemos trabajado a lo largo de los últimos veinte años. Mi énfasis principal ha sido el circuito regional compuesto por Centroamérica, México y Estados Unidos, porque estoy convencido de que nuestros futuros están íntimamente ligados.
A finales de los ochentas, tenía claro que no podíamos nunca llegar a resolver el problema de un tema de política pública tan complicado como la política de inmigración en Estados Unidos, a menos que prestáramos atención a lo que estaba pasando en los países de donde la gente venía.
Tiene que ver con los patrones de conflicto en los países, con la carencia de oportunidades económicas y de bienestar social, con la inseguridad ciudadana que se vivía y que todo esto señalaba también algo mucho más complicado. Es claro que hablar de justicia económica en Estados Unidos, sin echar un vistazo a lo que estaba pasando en los países al sur de la frontera, era casi absurdo.
Va a ser difícil alcanzar condiciones de vida justas, condiciones de vida equitativas, condiciones de vida seguras, si no lo abordamos desde una perspectiva regional.
En la actualidad hay básicamente tres grandes temas que nos unen muy fuerte. Uno es la importancia de buscar soluciones ante las desigualdades, comenzando por la desigualdad económica, pero también la desigualdad racial, la desigualdad de género en la que vivimos. El segundo tema es la democracia, que ha surgido también como un tema muy potente, porque hemos visto cómo la vivencia democrática de los pueblos se ha venido deteriorando específicamente. El tercer tema es un problema grave que tiene justamente que ver con el tema de la revolución tecnológica, la revolución digital. Y es el tema de las narrativas dominantes, donde vemos que hay una amplia gama de narrativas falsas que nos dificultan el poder llegar a tener un común denominador basada en la evidencia sólida que nos permita también hablar de propuestas de solución en diferentes campos de política pública que realmente nos lleven a solventar los problemas que más aquejan a las personas.
¿De qué manera se pueden complementar las herramientas digitales con la lucha en contra de la desinformación?
Mi experiencia como persona migrante ocurre en un contexto donde comienza a surgir la revolución digital que específicamente cambió de manera radical la manera como nos comunicamos hoy, la manera como podemos también estar en contacto con múltiples realidades al mismo tiempo.
Fortalecemos lazos en el corredor regional con el beneficio de muchas herramientas digitales como el correo electrónico, como la facilidad también de comunicarse telefónicamente con socios en otros países. Maximizando el beneficio de estas herramientas en aras de alcanzar mejores entendimientos compartidos con socios en países más allá de los Estados Unidos. Ese es un ámbito que obviamente seguimos tratando de mejorar. Reconozco que son desafíos continuos porque nunca llegas a la perfección, sino que todo el tiempo tienes que estar innovando. [Por medio de la] construcción de narrativas que sean reconocidas como verdad por más y más gente, combinadas con la habilidad de poder poner presión a los tomadores de decisiones económicas, de decisiones políticas, utilizando las mejores herramientas de presión digital posible. Y esto es algo que, repito, es un proceso en el que estamos todavía verdes, en mi opinión.